
🔆 ¿Dónde nace Ollin Huehuetl?
Por: Luz Marina Covaleda Echavarría
Quiero compartir desde lo más profundo de mi corazón el origen de Ollin Huehuetl, una semilla que ha germinado con fuerza y ternura desde mi experiencia como madre, docente y caminante de la vida.
He sido maestra por más de 30 años, acompañando procesos en jardines infantiles, escuelas, instituciones educativas y universidades. Siempre he estado al servicio de la enseñanza, especialmente en el campo de las artes: música, danza, teatro, artes visuales. Con el paso del tiempo, sentí la necesidad de ampliar mi mirada y me formé también en tecnología, agroecología y permacultura. Hasta el año 2019, mi labor estuvo arraigada principalmente en la educación tradicional, aunque con algunas experiencias cercanas a la pedagogía Waldorf. Aun así, no tenía la claridad ni la conciencia que hoy me habitan y que dan forma a Ollin Huehuetl.
Mi transformación comenzó con el silencio de la pandemia. El encierro, la virtualidad forzada y la desconexión entre lo que enseñábamos y lo que verdaderamente está vivo en el corazón humano, me llevaron a una profunda crisis interna. Sentí que mis clases se habían vaciado de alma. Renuncié entonces a mi trabajo como docente universitaria y me entregué a un nuevo camino: el del aprendizaje vivo, la tierra, los ciclos naturales, la escucha interior. Nació así Unicidad, una red de educación ambiental y diseño en permacultura que me permitió reconectarme conmigo misma, con Dios, con el cosmos, con la Madre Tierra. Comprendí que enseñar es un acto sagrado y que la única pedagogía verdadera es la que nace del ser.
Fue en este fuego de transformación donde comenzó a latir Ollin Huehuetl: un llamado a la regeneración profunda, al reencuentro con uno mismo, con los otros y con la naturaleza. Una escuela que no se edifica solo con ladrillos, sino con propósito, amor y comunidad.
A finales de 2021, la vida me regaló el encuentro con Jorge Rocha, compañero de camino y tambor en esta danza. Con él comenzamos a entretejer este sueño desde Barra de Copalita, en la costa de Oaxaca, México. Su experiencia con comunidades indígenas, sumada al tejido con hermanos y hermanas en Colombia, Chile y Estados Unidos, nos permitió soñar en grande. Así surgió una propuesta para la regeneración de la cuenca del río Copalita, integrando restauración ecológica, acuerdos comunitarios y estrategias de bonos de carbono.
Aunque esta propuesta no prosperó institucionalmente, la semilla ya había brotado. Decidimos continuar desde lo pequeño, desde lo esencial. Gestionamos un terreno comunal para comenzar de manera vivencial y concreta. Así nació la idea de crear un espacio de vida y aprendizaje que primero llamamos Ecovilla Caracol Púrpura y Microcuenca Calandria.
Fue en ese andar que los niños y niñas comenzaron a llegar, como viento nuevo. Niños con fuego en los ojos, agua en el llanto contenido, tierra en los pies descalzos, aire en su risa, y éter en su mirada profunda. Muchos de ellos no encontraban lugar en la escuela tradicional. Portaban talentos únicos, sensibilidades intensas, ritmos diferentes. Algunos habían sido malentendidos, etiquetados, excluidos. Ollin Huehuetl comenzó a latir más fuerte para ellos.
Comprendimos que cada niño y cada niña es un elemento vivo, una expresión del universo. Hay quienes nos enseñan a arder con propósito, como el fuego. Otros fluyen como el agua, enseñándonos la ternura y la adaptabilidad. Algunos nos conectan con la tierra, con la paciencia y la raíz. Otros nos elevan como el aire, con su mente curiosa, ligera, infinita. Y hay quienes traen el misterio del éter, con su profunda intuición y conexión con lo invisible. Acompañarlos es acompañar al cosmos en su danza.
Ollin Huehuetl toma fuerza y sentido al abrazar a estos niños y a sus familias. Acogemos a quienes buscan una educación libre de premios, castigos, exámenes y etiquetas. Una educación que respete los ritmos vitales, que honre la vivencia, que escuche el alma de cada ser. Una educación en donde el juego, la siembra, el tambor, la palabra y el silencio conviven como lenguajes sagrados. Una educación que se siembra con lecturaleza —la lectura viva de la naturaleza— y se cosecha en libertad y amor.
El encuentro con las pedagogías alternativas no ha sido fortuito. Han brotado del diálogo con abuelos y abuelas sabias, del latido de la tierra, del canto de los colibríes y del relato sagrado de Rosita Colibrís, mi niña interior. Ella nos recuerda que el aprendizaje no comienza en los libros, sino en el corazón. Que sanar y educar pueden ser lo mismo. Que recordar nuestra raíz es parte del camino hacia una educación viva.
Hoy, Ollin Huehuetl no es solo una escuela: es un tambor que llama a la memoria, a la regeneración, a la comunión. Es una danza entre generaciones. Es un refugio para quienes caminan al ritmo de su propio tambor, y un llamado para quienes quieren aprender desde la vida misma.
Gracias por caminar con nosotros.